Abandonar un barco es extremadamente perjudicial para la salud y la seguridad de todas las personas, animales y nuestros entornos. Las embarcaciones abandonadas contaminan.
Los barcos abandonados son particularmente peligrosos ya que algunos se mueven por las corrientes o las mareas, a la deriva en la superficie o moviéndose por debajo del agua. De hecho, en épocas belicas, se hundían intencionadamente barcos y otros obstáculos para disuadir a los enemigos de entrar en las vías fluviales.
Los barcos se construyen utilizando diversos materiales y soluciones sintéticas, y con el tiempo, contaminan el agua, como por ejemplo los productos químicos que reducen el contenido de oxígeno en el agua, lo que perjudica el crecimiento de la fauna silvestre, o los metales que componen los barcos, imposibles de eliminar de los ambientes que contaminan, y que cuando se ingieren, estos metales pueden diezmar las plantas y animales marinos. También las pinturas antiincrustantes, a pesar del conocimiento generalizado de que incluso pequeñas cantidades son extremadamente tóxicas, pueden ser peligrosas para los seres humanos que consumen peces o mariscos que contengan esas partículas. Y no hablemos de los restos de combustibles de los barcos abandonados.
Por qué ocurre esto?
Un barco puede llegar al final de su ciclo de vida por varias razones: debido a la decisión del propietario de desmantelarlo; por el abandono de la embarcación en puertos, fondeaderos y costas; por daños no reparables debidos a averías o accidentes; hundiéndose; por confiscación, etc. Pueden contener materiales peligrosos como: hidrocarburos y aceites, amianto, lana de vidrio, pinturas, PCB, TBT, componentes electrónicos, etc. los cuales deben ser tratados de acuerdo a sus características. Aproximadamente 1.000 grandes buques transoceánicos (petroleros, contenedores, cargueros y de pasajeros) se venden cada año para su desmantelamiento. Más del 70% de estos barcos que han llegado al final de su vida útil acaban en las playas de India, Bangladesh o Pakistán para ser sometidos a peligrosas operaciones de desguace. El resto se desmantela principalmente en China y Turquía, donde existe una infraestructura más propicia para prácticas algo más limpias y seguras.
Pero cuando se trata de embarcaciones más pequeñas (menos de 24 metros de eslora), destinadas a la pesca o al recreo, no es factible enviarlas a esos países. Lo más común es hundirlos o abandonarlos en rías o ríos y no existe un centro de recuperación. En la ría de Ares-Betanzos, se estiman 200 embarcaciones en desuso, sin contar las que ya se encuentran en el fondo del mar. Praxxis Inclusion trabaja para crear un centro de deconstrucción con un enfoque eminentemente social, siendo una actividad intensiva en mano de obra, pudiendo generar empleo para personas en situación de exclusión. El proyecto, ya diseñado, prevé la creación de un centro especial de empleo, con unas 10 personas empleadas en una primera fase. Otras actividades asociadas se articularán en torno a un programa de emprendimiento empresarial, que incluye la formación y participación de unas 5 personas en la primera fase. En este modelo de economía circular en la náutica (materiales-diseño-fabricación-uso-fin de vida -deconstrucción – separación de residuos – reciclaje o reutilización), la Cooperativa se centra en 4 actividades: deconstrucción – separación – reutilización para tener piezas de repuestos que son difíciles de encontrar en el mercado, ya que el ciclo de vida de un barco es largo, entre 30 y 40 años (lo que no es reutilizable se envía a reciclar en plantas especializadas, como por ejemplo las de gestión de residuos y reciclaje en As Somozas) – y el diseño de elementos comunes en náutica: pantalanes, rampas, cerramientos, barandillas, defensas de protección, o por ejemplo embarcaciones reusadas como bases náuticas en tierra u observatorios de aves, entre múltiples usos.